Si a la mayoría se nos preguntara
como trabajamos el lenguaje oral en nuestra aula, dejando a un lado las
situaciones cotidianas de comunicación
y diálogo con los niños (que son constantes, todo hay que decirlo), la
mayoría responderían con las actividades que todos conocemos: asamblea,
canciones, poesías, adivinanzas, cuentos,…
Todas estas actividades también
son empleadas como recursos para trabajar los centros de interés que
realizamos, para introducir una unidad didáctica, para iniciarlos en la
lectura… pero, realmente, ¿las llevamos a cabo teniendo en cuenta que lo que principalmente se desarrolla en ellas es la expresión oral de nuestros alumnos?
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