El regreso al colegio tras el parón de las fiestas 
estivales conlleva la vuelta a las rutinas previas, y se pueden dar 
casos en los que acabar las vacaciones pues no sea muy del agrado del 
niño. No obstante, el retorno a las aulas implica que el aula esté 
preparada para recibir al niño, de esta forma el inicio del curso será 
más fácil para el niño.
Estructure el aula y las actividades
Aunque ir al colegio ya es en sí seguir una serie de 
patrones bien estructurados, para el niño con autismo adaptar este 
modelo de estructura y adecuarlo a su forma de procesar la información 
va a ser muy útil y ayudará al niño a comprender mejor las rutinas 
escolares. El uso de TEACCH como metodología para el aula da buenos 
resultados y ayuda a estructurar también los espacios.
Es importante también dar pautas visuales de las actividades, por ejemplo:
Asamblea de inicio: saludos, buenos días,…
Sacar y ordenar el material escolar según la agenda visual: matemáticas, dibujo,…
Es una buena idea secuenciar en pequeñas partes, 
incluso una misma asignatura, de esta forma, los objetivos son más 
concretos. Si estamos en clase de matemáticas para hacer sumas y restas,
 presentaremos el programa completo, pero iremos luego al detalle. Ahora
 vamos a sumar.
No dejar tiempos muertos sin un objetivo definido, 
aunque estos tiempos se dediquen a ocio. En muchos casos, los niños con 
autismo no entenderán bien esos momentos, para evitar confusión o 
momentos de ensimismamiento, es una buena idea programar adecuadamente 
los momentos libres.
Apoyos visuales
Es muy importante tener claro la importancia de los 
apoyos visuales, los niños con autismo suelen comprender mejor a partir 
de imágenes, pero tampoco inundemos el espacio con todo tipo de 
pictogramas, podemos saturarlos. Un poco de sentido común a la hora de 
decidir qué, dónde y cuando nos será de gran ayuda. Podemos tener el 
material preparado e irlo mostrando a medida que la situación lo 
requiera. Sí es una buena idea tener el programa general a la vista. 
Días de la semana, y la agenda del día, con lo que vamos a realizar. 
Podemos también usarlo como ayuda para la organización temporal del 
niño. Muchas veces les cuesta entender adecuadamente los aspectos 
horarios o cronológicos.
Además nos serán de ayuda para potenciar y mejorar 
las capacidades de lectoescritura, ya que el apoyo visual irá acompañado
 de textos. El uso de apoyos visuales mejorará la calidad de la 
comunicación del niño.
Los apoyos visuales nos serán también de mucha 
utilidad para la elaboración de agendas y horarios. Esa programación a 
la que aludíamos, nos permite dar una estructura visual sobre lo que va a
 suceder, anticipar de forma comprensiva. Una vez el niño comprende 
adecuadamente este tipo de paneles de agenda, en cualquier momento podrá
 acudir al mismo para saber, en caso de confusión, qué tiene que hacer a
 continuación. Incluso, a la hora de la finalización de las clases, 
acceder a la ficha de acciones como por ejemplo, recojo mi material, 
tomo mi mochila, voy en fila a la salida y vienen mis padres a recogerme
 y luego voy a casa.
Cosas que me distraen o molestan
Muchos
 niños con autismo tienen tendencia a la distracción. Muchas veces se 
afirma que el niño tiene déficit de atención. A veces no es déficit de 
atención, sino que no es fácil para él centrar su atención en aquello 
que la maestra o maestro desean. Muchas cosas pueden complicar su 
capacidad de atención o concentración. Algunas de ellas son difíciles de
 averiguar. Por ejemplo: las luces fluorescentes, aunque normalmente las
 clases se hacen con luz diurna, se pueden dar situaciones o momentos en
 los que se use iluminación artificial, y en muchos casos con 
fluorescentes. Este tipo de iluminación genera un parpadeo lumínico que 
no es “perceptible”, al menos para nosotros, pero en algunos casos para 
el niño con autismo esto se convierte en una especie de bombardeo de 
impulsos lumínicos. Otro aspecto son los ruidos, un colegio suele ser un
 lugar bullicioso, incluso con ruidos que puedan parecer imperceptibles,
 son sonidos que pueden hacer que el niño se sienta molesto y que para 
evitarlo recurra a estereotipias, ensimismamiento,…, y esto sea 
entendido como un déficit de atención, cuando lo que tenemos en realidad
 es una técnica de evitación del niño. Estos aspectos sensoriales son 
muy relevantes y deben ser tenidos en consideración por el equipo 
docente.
Recordar nuevamente que un exceso de información 
visual también puede resultar un gran distractor para el niño, debemos 
por tanto saber adecuar la información visual a aquello que sea 
necesario, en este caso más puede llevarnos a menos.
Muchos colegios que tienen políticas inclusivas usan a
 compañeros como una vía de usar al atención compartida para evitar 
distracciones, una especie de figura de “hermano mayor”, que sirve de 
apoyo y que además consigue que el alumno mejore también sus avances 
académicos, pero sobre todo los sociales, otro ejemplo más de la 
efectividad educativa del modelo inclusivo de educación.
Usando el lenguaje adecuadamente
Es habitual dar largas charlas a los niños, ya sea 
para explicar algo, o para disciplinarlos o para informar de qué haremos
 a continuación. El uso del lenguaje es muy importante. Incluso con 
niños que tengan un buen nivel de comunicación verbal, por ejemplo, 
imaginemos que el maestro entra en el aula y sus alumnos andan 
revoloteando y jugando por la clase, el maestro dice “¡Silencio, 
siéntense todos que vamos a empezar la clase!”, y todos los alumnos 
acuden prestos a su mesa, menos uno, el cual tiene síndrome de Asperger y
 realmente no entendió esa instrucción ¿Qué sucede? que el niño sigue 
revoloteando y el maestro se enfada pensando que el niño le desafía. 
Quizá un sencillo cambio en la orden cambiaría las cosas, un “Carlos, 
¡siéntese y atienda, vamos a empezar la clase, el resto, hagan lo 
mismo!”, ese cambio en la orden puede hacer mucho más comprensible algo 
tan sencillo y a la vez tan complejo para nuestro Carlos.
Es importante usar el lenguaje de forma lo más 
directa posible, emplear sarcasmos o dobles sentidos o frases hechas 
puede confundir también al niño, largas peroratas harán que el niño se 
pierda en el discursos y reciba los mensajes con intermitencias, con lo 
cual no entenderá nada y seguirá con lo que él deseaba hacer. Incluso a 
la hora de evitar distracciones, tal y como comentábamos. Pensemos que 
tenemos que condensar nuestros mensajes en 150 caracteres, como si 
enviásemos un SMS o un mensaje a través de Twitter al niño, esto nos 
obliga a ir al grano, a ser concretos y debemos asegurarnos que el niño 
comprendió qué se espera de él.
En muchas ocasiones, el niño puede frustrarse mucho 
ya que no comprende qué se espera que haga y además suele recibir una 
reprimenda. Y frustración lleva a la ansiedad, estereotipias, 
ensimismamiento, falta de atención,…, y puede ser que se piense que el 
niño tiene déficit de atención.
Paciencia, creatividad, afecto y reflexión
Creo que el trabajo que se realiza en la etapa 
infantil y primaria por parte de los docentes marca de forma muy 
importante el desarrollo del niño en secundaria e incluso en su 
desenvolvimiento académico y social más allá del colegio. Ese 
aprendizaje hará que las disciplinas sociales y académicas se graben de 
forma permanente en el niño, por eso es tan importante que en el caso de
 niños y niñas con trastornos del espectro del autismo, los primeros 
años de colegio son muy importantes, estamos preparando al niño para el 
futuro, esa es la gran responsabilidad que tienen los docentes. Pero a 
veces, el niño con autismo no se lo pone fácil a sus maestros. Sus 
déficits en comunicación, problemas sensoriales o los problemas de la 
interacción sensorial, son confundidos con niños inatentos, niños 
maleducados, impacientes, hiperactivos,…, y por eso es básico armarse de
 dosis infinitas de paciencia. Para poder ser inmunes al desanimo, o 
incluso a las conductas del alumno. No son niños groseros, desobedientes
 y/o maleducados, no están en nuestra clase para amargarnos la 
existencia. Sencillamente su mente funciona de forma diferente, el buen 
docente debe ver en el niño con autismo una extraordinaria ocasión para 
ser un mejor maestro, y no entender que le llegó un problema al aula.
Es básico ser extremadamente creativos, si explicamos
 mil veces lo mismo al niño y éste no lo aprende, la culpa no es del 
niño, es de como lo explicamos. Si cambiamos la forma y el modo de 
explicar, posiblemente obtendremos una respuesta mejor. Lo que con un 
niño funciona, con otro puede no funcionar. Esa creatividad es una de 
las grandes armas que los maestros tienen a la hora de enseñar, con los 
niños con autismo es prácticamente indispensable aplicarla a casi todo. 
Recuerden, es un niño, no un autismo, trátenlo sencillamente como un 
niño que aprende de otra forma, jamás vean en su alumno un autista, solo
 vean la realidad, que tienen que ser el mejor maestro o maestra del 
mundo para ese niño, influirán positivamente en su vida.
El afecto es algo básico, a veces debemos ser 
conscientes que el niño puede estar pasando un mal momento, una muestra 
de afecto, una sonrisa, un sencillo “No te preocupes, todo está bien”, 
puede ser un bálsamo para el niño. Ese afecto lo van a percibir, y 
también lo van a demostrar.
Reflexionar sobre qué hacemos y qué resultados 
obtenemos es muy importante, esos procesos de reflexión nos ayudarán a 
ir realizando los ajustes que ayuden el niño y a sus compañeros a 
disfrutar más y mejor de la experiencia educativa, y harán que el 
proceso de la clase sea mejor. Básico compartir con el resto del 
claustro.
Anticipar adecuadamente
Anticipar que va a suceder debe ser usado con 
cuidado, por ejemplo. Mañana saldremos al patio y haremos una actividad 
que al niño le encanta, y así se lo adelantamos. El niño al otro día 
viene con gran ilusión pero, ¡llueve!, y con lluvia no podemos hacer esa
 actividad. Por tanto deberemos saber condicionar adecuadamente, es 
decir, mañana si hace sol saldremos al patio y jugaremos a “lo que sea 
que el niño adora”, pero si llueve y no podemos salir, haremos “otra 
cosa que el niño adora” en el aula. De esta forma salvamos el peligro de
 que si está lloviendo, el niño se va a frustrar enormemente y habremos 
perdido un día de atención. No hay que olvidar la baja tolerancia a la 
frustración o a cambios inesperados que tienen muchos niños con autismo.
Si cambiamos de una actividad a otra, el niño debe 
saberlo, ¡ah! y no negocien, suele ser un mal sistema. Es mejor 
establecer recompensas de otra forma.
Fortaleciendo la autodeterminación e independencia del niño
La toma de decisiones por sí mismo del niño es algo 
importantísimo, eso fomenta su independencia y mejora sus habilidades 
para la vida diaria.
Hay mil y una maneras de fomentar estos aspectos, que
 ojo, son básico para todos los niños. Usar la participación de la clase
 para establecer modelos que conduzcan a la independencia puede ser un 
poco complejo al principio, pero da resultados muy buenos. Cosa que 
pueden resultar irrelevantes como aprender a abrocharse unos cordones, 
pueden ser un momento perfecto para fomentar esas habilidades de la vida
 diaria que conducen al niño a tener un mayor nivel de autonomía día a 
día.
Ir al baño solos, moverse con soltura por el colegio,
 ir a la biblioteca y escoger un libro, establecer juegos en los 
recreos,…, trabajar en equipo para realizar sus deberes o tareas 
escolares,…, hay mil y una formas de fomentar esa autodeterminación e 
independencia del niño, esto además, será un fortalecedor de sus 
habilidades sociales, y nos permitirá que su relación con otros niños 
sea más intensa, sin olvidar que vamos a mejorar las capacidades de 
imitación e interacción con sus pares.
Refuerzo positivo
Se aprende más con el amor que con el castigo. Y reforzar lo positivo debe estar en esa línea. Desde usar sistemas como la economía de fichas,
 o técnicas de apoyo conductual positivo, ayudarán al niño a realizar 
tareas que no son de su agrado, pero que tras estas actividades sabe que
 viene algo que le gusta, y a veces un ¡Carlos, lo hiciste genial! puede
 ser suficiente. Reconocer el esfuerzo, el trabajo y premiarlo es algo 
que a todos nos gusta y nos motiva. Y los niños no son una excepción.
Motivar es mejor que obligar. Si motivamos al niño a 
realizar tareas, también fomentamos su disciplina y el cumplir con sus 
deberes, pero a la vez, sabe que obtiene por ello una recompensa, algo 
que le hace sentir bien, ya saben, esas cosas que hacen que el esfuerzo 
merezca la pena. Sean creativos.
Corolario
Estas son algunas sugerencias, pero es importante 
destacar que si el alumno acude al colegio contento, es porque le gusta 
la experiencia. Y si le gusta aprenderá más, y por tanto, la labor del 
docente será buena. Generalmente se habla siempre del niño y de las 
obligaciones del docente, pero creo importante destacar la labor 
importantísima que se lleva a cabo en las aulas, a veces sin medios, con
 escasos o ningún apoyo, e incluso teniendo que luchar contra el propio 
sistema. Pero el premio que hace que los problemas del día a día del 
buen docente desaparezcan es ver la felicidad de sus alumnos. Y ver que 
éstos aprenden, que interaccionan entre ellos, que al final, de lo que 
hablamos es de una adecuada convivencia en las aulas y no de políticas 
inclusivas. Donde no es necesario dar importancia a cosas pequeñas, 
fomentar la autoestima del alumno, su autonomía y sus ganas de aprender 
es más importante que la forma de sentarse en la silla, o de si fijo o 
no la mirada, o de si necesito momentos de relax para poder enfrentarme a
 la siguiente actividad.
 http://autismodiario.org/2014/09/12/la-vuelta-al-cole-de-los-ninos-con-autismo-algunas-sugerencias-para-el-aula/














								

